16.4.14

Sobre el supuesto "gen del náhuat"

Las lenguas no son una herencia biológica. Si a tus hijos no les enseñas tu lengua, no la hablarán y punto. No nos hagamos pajas mentales con eso. Si no te enseñaron la lengua de tus abuelos entonces no la sabes, no está en tu sangre ni en tu moco ni en tus huesos, no nos engañemos. Ojalá estuviera, entonces podríamos decir que las lenguas no mueren cuando se dejan de hablar. Pero no: la lengua forma parte de la cultura, la cultura no es hereditaria, no se transmite en el semen o los ovarios sino que se socializa a través de la educación. En este país hay muchos niños adoptados, de Asia, Africa o Latinoamérica, y hablan euskera, y hay gente de familias de aquí cuyos antepasados estuvieron aquí antes que los romanos y que se negaron a transmitir su idioma o no pudieron, y ni por todos los genes del mundo no hablan ni transmitirán la lengua de sus antepasados a sus descendientes porque si de ellos depende, ahí se terminó. Porque no hay gen del euskera, y no hay gen del náhuat.

Y ahora la buena noticia. Es una gran suerte que el náhuat no esté en los genes porque significa que es posible la recuperación, ya que se pueden producir nuevos nahuahablantes a través del aprendizaje. Si tus abuelos sabían náhuat y no se lo enseñaron a tus padres (o si tus padres no quisieron aprenderlo de tus abuelos, da igual) y si tus padres no te pudieron enseñar náhuat porque no lo sabían (y tal vez no lo querían saber, pero es lo mismo), si quieres saber náhuat puedes, pero no lo busques entre tus genes, porque no está ahí. Deja de darte paja y haz lo único que puedes hacer para saber náhuat: aprenderlo. Haz lo que sí se puede hacer, no trates de hacer lo que no se puede, porque el náhuat puede volver, pero no por arte de magia ni con incantanciones, sino trayéndolo de vuelta por tu esfuerzo, iniciativa y compromiso. Cuando naciste no estaba el náhuat en tu cordón umbilical. No se hereda como los rasgos faciales, el pigmento de la piel, el color del pelo o el tipo sanguíneo. No hay genes lingüísticos, no hay gen del náhuat, lo sentimos.


En este país hay muchos niños adoptados, de Asia, Africa o Latinoamérica, y hablan euskera: "Euskaraz bizi orain!" (¡Vive en euskera ahora!)

La cultura la producen las personas, y la transmiten entre ellas, y así recibimos la cultura de nuestros padres y, a través de ellos, de nuestros antepasados. La lengua es parte de la cultura que recibimos por esa vía de transmisión. Y es más: no sólo parte de la cultura, sino la vía de transmisión de la propia cultura. Una cultura necesita de su lengua para mantenerse viva y seguirse transmitienido porque cuando cambia el medio, cambia el mensaje, y una cultura que abandona su lengua y cree que no se pierde a sí misma con ello es una cultura que se está dando paja. Es como una persona sorda que cree que le gusta la música; quizás le guste ¿pero qué música oye? Si no recibiste la lengua de tus antepasados, eres como un sordo tratando de oir su cultura; si te dices que no es necesario saber la lengua para tener la cultura, te lo estás diciendo para hacerte sentir mejor.

Si lo dudas, piensa en un descendiente de salvadoreños nacido en Estados Unidos que sólo habla inglés y se quiere autoconvencer que es salvadoreño. Si de verdad quiere regresar a sus raíces, ¿no le recomendarías que, como primer paso, aprenda el idioma de "su país" por lo menos? No es que saber el idioma sea todo, no es que con tan solo saber el idioma lo hayas aprendido todo, pero la cosa es, si no sabes el idioma, ¿cuánto puedes aprender? Ahí está la puerta, y aquí tienes la llave.

Pero calma: lo bueno es esto, que la lengua no es una puerta cerrada que no se puede abrir, no. Una lengua se puede aprender, porque no depende de genes. Sólo depende de ti. No hay un gen del náhuat. Lo que hay es amor al náhuat, y lo que hay es una manera de expresar ese amor que es aprenderlo, usarlo, cultivarlo y compartirlo, y lo que hay es una comunidad que comparte ese amor con los que quieran estar en ella.

Porque una lengua no cierra puertas: las abre. Una lengua no obstaculiza, posibilita. Una lengua no margina, empodera. Una lengua no es pobreza sino riqueza. Una lengua no es de alguien, es de todos. Una lengua no separa, une. Una lengua no destruye, crea. Una lengua no quita, da. Una lengua no calla ni silencia, se regocija en sus sonidos y se deleita con sus expresiones. Una lengua no toma, da. Una lengua no es autoritaria, es democrática. Una lengua no es una cadena que nos ata al pasado, es un hilo conductor y una vía que comunica ese pasado con el futuro que nosotros y nosotras decidamos crear. Una lengua no es solamente de nuestras abuelas y abuelos, también pertenece a nuestras nietas y nietos. Una lengua no es una ave disecada detrás de una vitrina, es un pájaro volando por el aire. Una lengua no está quieta, se mueve. Una lengua no se desvirtúa, evoluciona. Una lengua no se fosiliza, se adapta. Una lengua no la creas, te crea. Cuando tú creces con tu lengua, tu lengua crece contigo. Cuando te expresas a través de tu lengua, tu lengua se expresa a través de ti. Una lengua no es de nadie, es tuya. Y tuya. Y tuya.

No hay un gen del náhuat. Hay el náhuat. Y estás tú.

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